Título:
고백
(Confession)
Autora:
Riz Aino
Pareja:
YuHo (JinHo + Yuto) (PENTAGON)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, romance, fluff
Número de palabras:
1.715 palabras
Resumen:
las relaciones entre profesores y alumnos no están muy bien vistas… pero JinHo
no es un profesor al uso…
Notas: historia
escrita para Ainhoa, porque Dahiro ganó uno de mis juegos y me lo pidió de esta
forma.
Comentario de autora:
al principio no sabía qué hacer, pero después, en un momento me vino la
inspiración y lo escribí en un rato. Espero que os guste.
고백 (Confession)
JinHo entró al despacho que compartían todos
los becarios de aquel departamento, bastante agotado por la última clase que
había tenido que dar en lugar del profesor titular, y lo primero que se
encontró fue a uno de sus compañeros, HweTaek, riéndose como un desquiciado
mientras leía un folio. JinHo supuso que estaba corrigiendo cualquier trabajo
que les hubiera mandado a sus alumnos y que alguno había puesto una tontería enorme,
pero aunque parecía que era aquello, no lo era, porque en cuanto JinHo se
acercó a su propia mesa, el otro le acercó el folio.
—Toma, esto es
tuyo —le dijo.
JinHo lo miró extrañado,
aun así, tomó el papel que el otro le había entregado y, con curiosidad por
saber qué era lo que ponía, comenzó a leerlo. Sin embargo, dejó de leer solo
después de las primeras líneas y miró a su compañero de despacho.
—¿Qué clase de
broma es esta, HweTaek? —le preguntó, enfadado.
—¿Broma? —cuestionó
el otro—. Me lo he encontrado al entrar al despacho antes y perdona por leerlo
sin tu permiso, pero creía que era alguna nota del departamento para reunión.
—¿No lo has hecho tú para hacer la gracia con HyoJong? —dijo
JinHo, mirándolo mal.
—Anda
ya —replicó HweTaek—. Tengo que corregir trescientos exámenes, no tengo tiempo
para hacer gilipolleces como esa.
—¿Puedo
fiarme de ti?
—Por
supuesto. Alégrate de que tienes un admirador secreto en una de tus clases a
pesar de lo sieso que eres en lugar de pensar que te he querido gastar una
broma —dijo el otro, volviendo a mirar sus papeles.
JinHo aún lo miró mal durante unos
momentos más, pero después dejó de hacerlo y suspiró profundamente. ¿Cómo se
las había apañado para acabar con una confesión de amor de alguno de sus
alumnos? Ni siquiera era amable con ellos, simplemente se dedicaba a dar su
clase y a responder las preguntas que éstos pudieran tener. Los había agobiado
con trabajos y por eso no creía que ninguno de sus alumnos le tuviera especial
aprecio… pero allí estaba aquella nota, una nota en la que alguien con una
letra bastante clara y algo inclinada hacia la derecha.
JinHo observó aquella letra mejor.
No era nada parecida a la de HweTaek, que era una poco más minimalista y
redonda o a la de HyoJong, grande, desgarbada e inteligible a veces. Debía de
ser de alguno de sus alumnos entonces y no una broma. No había otra opción. Sin
embargo, a JinHo aquello no le hacía especial gracia porque eso implicaba que
alguno de sus alumnos se había enamorado de él y había reunido el valor
suficiente para dejarle aquella nota justo después de que acabaran sus
exámenes.
El becario sacudió su cabeza para
dejar de pensar en aquello. No tenía tiempo para eso. Tenía que corregir un
montón de exámenes y de trabajos. Por ese motivo, el chico dejó la nota en una
esquina de su escritorio y comenzó a leer los exámenes que tenía que corregir.
No obstante, inconscientemente, el chico fue buscando una letra parecida a la
que había en la nota, separando de hecho los exámenes que tenían ese tipo de
letra casi sin darse cuenta de que lo hacía, al menos hasta que HweTaek se lo
comentó.
—Me parece que quieres encontrar a la persona que te ha
escrito la nota —le dijo, viendo los dos montones de exámenes—. Como si
estuvieras esperando que fuera una persona en especial.
—No
digas tonterías —replicó.
Pero
en el fondo, JinHo sabía que HweTaek tenía razón. Había estado separando los
exámenes porque quería encontrar a la persona que le había enviado la nota y,
sobre todo, porque quería comprobar si era la persona que tenía en mente o no. Porque
a JinHo no se le ocurría ninguna otra persona que pudiera ser más que aquel
chico, aquel chico que le había pedido un montón de tutorías alegando que
porque no era coreano tenía más dificultades para comprender sus clases. No
podía ser otro más que Yuto.
—Mira
—dijo HweTaek, llamando su atención—. Es esta misma letra.
Mientras
JinHo se había perdido en sus propios pensamientos, el otro había estado
ojeando los exámenes y la confesión que había recibido, encontrando
prácticamente de inmediato a la persona. JinHo sintió cómo su corazón se paraba
durante un segundo y luego volvía a latir, pero esta vez mucho más rápido de lo
que acostumbraba mientras se acercaba al folio que su compañero de despacho le
mostraba, para leer el nombre.
—Adachi
Yuto —leyó.
—¿No
es este el chico que se pasaba las tardes aquí haciéndote mil y una preguntas? —preguntó
HweTaek. JinHo asintió—. Creo que ya sabemos que no era porque no comprendiera
tus clases, sino porque tenía un crush
contigo.
—Anda,
calla —respondió.
—Pero
es la verdad —replicó el otro—. Además, por la cara que estás poniendo y por lo
rojo que estás, yo diría que a ti también te mola este chico.
JinHo
lo volvió a mandar a callar, pero esta vez de la misma forma que mandaba callar
a sus alumnos cuando éstos empezaban a cuchichear en sus clases, firme y
cabreado, y HweTaek no volvió a decir ni una palabra más, dejando todos los
folios sobre su mesa y volviendo a lo suyo, sin molestar a JinHo, que ya tenía
su cabeza yendo a toda velocidad porque no sabía qué era lo que iba a hacer con
aquel problema, porque aquello era un problema muy gordo que tenía que
solucionar.
No era nada fácil lidiar con algo
como aquello, menos lo era ahora que JinHo había averiguado quién era la
persona que le había escrito aquella confesión, porque durante todo aquel
tiempo que había pasado junto a Yuto, había comenzado a desarrollar
sentimientos por aquel chico tímido y encantador. No obstante, los había
encerrado en lo más profundo de su corazón porque seguían siendo profesor y
alumno y porque una relación como aquella no estaba nada bien vista por la
sociedad y, menos, en el mundo académico.
—Si a ti te gusta —comenzó HweTaek, hablando de nuevo a pesar
de que no le había pedido su opinión en ningún momento—. Recuerda que ya no vas
a volver a ser su profesor porque no le das más asignaturas en toda la carrera.
—Pero
tiene 20 años —replicó JinHo—, y seguirá siendo alumno de esta universidad unos
cuantos años más.
—¿Y
qué? —cuestionó HweTaek—. Ya no seréis profesor y alumno. No pierdes nada por
intentarlo —JinHo le volvió a poner mala cara—. Vale, está bien, me callo.
Pero
ya había sembrado en el cerebro de JinHo aquella idea y el chico no paró de
darle vueltas durante toda la mañana. Porque la verdad era que aquella idea no
era tan descabellada a pesar de todos los problemas que le pudiera acarrear
todo aquello. No obstante, JinHo se obligó a dejar de pensar en aquello y a
seguir corrigiendo porque aquello era lo que debía hacer en aquellos momentos.
Por
ese motivo, a JinHo casi se le había olvidado todo aquel tema para cuando la
mañana llegó a su fin y salió del despacho para comer junto a HweTaek y
HyoJong, que ya los estaba esperando en la cafetería, después de salir del
examen que había estado vigilando toda la mañana. Sin embargo, ver la figura de
Yuto en el departamento, sentado en una de las mesas, rodeado de libros y
apuntes, estudiando, le recordó la nota, la confesión y lo que HweTaek le había
dicho. En ese momento, su compañero le puso una mano en el hombro, como
tratando de darle ánimos y después se fue de allí, haciendo algo de ruido que
perturbó la concentración del chico que estudiaba, haciéndolo alzar su cabeza y
mirar directamente a JinHo. No obstante, un segundo después la bajó, con sus
orejas volviéndose de color rojo brillante.
Si
JinHo hubiera tenido alguna duda sobre si la confesión que había recibido era
de Yuto o no, aquella reacción se lo habría confirmado del todo. No obstante,
JinHo seguía sin saber qué hacer, porque no entraba en sus planes encontrárselo
tan pronto; pero algo debía de hacer ya que ignorarlo no era la mejor opción.
Por ese motivo, JinHo se acercó a la mesa en la que Yuto estaba sentado y llamó
su atención dándole unos pequeños toquecillos a la madera. El chico volvió a
alzar la cabeza, mirándolo a los ojos y JinHo tragó saliva antes de comenzar a
hablar, a hablar sin pensar en lo que iba a decir.
—La
nota que he recibido esta mañana era tuya, ¿verdad? —dijo. Yuto asintió
lentamente y dejó de mirarlo a los ojos, como si tuviera miedo de la respuesta
que iba a recibir—. ¿Cuándo acaban tus exámenes? —le preguntó.
—En
dos días —respondió Yuto, en un tono de voz apenas audible.
—Cuando
lo acabes, si no tienes nada más que hacer —comenzó—, puedes venir a mi
despacho. Iremos a comer y hablaremos de este tema.
Yuto asintió y JinHo se fue del
lugar. De aquella forma tendría dos días para pensar en qué decirle, dos días
para darle vueltas a qué es lo que pasaría en miles de distintos escenarios en
los que aceptaba sus sentimientos o los rechazaba. Sin embargo, aunque tenía
aquellos dos días para pensar, JinHo estaba mucho más tentado a aceptar aquella
confesión que había recibido.
Notas finales:
—Lo del tema de las
letras de los miembros de PENTAGON que nombro lo he sacado de aquí,
donde se ve cómo es la letra de los chicos.
—He usado los nombres reales de HUI (HweTaek) y
de E’DAWN (HyoJong) para la historia porque queda mucho más normal de esta
forma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario