Título:
Back:Hug
Autora:
Riz Aino
Pareja: DoIl (TaeIl +
DoYoung) (NCT)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, drama, romance
Número de palabras:
3.227 palabras
Resumen:
las cinco veces que DongYoung abrazó por la espalda a TaeIl y la vez que TaeIl
lo abrazó a él.
Notas: adoro los
fics 5+1 y no pude resistirme a probar hacer uno en esta colección. Es el
primero que escribo, pero creo que se me ha quedado bastante bien.
Comentario de autora:
¿por qué al mundo no le gustan estos dos juntitos? Si se quieren y se adoran y
se odian y son super bonitos… pero como a nadie le gustan, me gustan a mí y les
quiero dar amorcito. Espero que os guste.
Back:Hug
I
TaeIl estaba estresado con su examen
de acceso a la universidad, muy estresado. Nunca antes en su vida había estado
tan estresado. Por ese motivo, se pasaba los días con los libros por delante,
estudiando, memorizando una y otra vez cada cosa que le podía ser preguntada.
Prácticamente no salía de su habitación, solo comía lo que su madre le llevaba
hasta su mesa y lo hacía mirando de reojo sus apuntes, casi ni dormía porque
tenía que aprovechar al máximo cada hora del día y solo se detenía cuando la
nariz comenzaba a sangrarle —y eso solo lo hacía porque se lo había prometido a
su vecino DongYoung y cumpliría con su promesa aunque el menor no lo estuviera
viendo—.
Las semanas pasaron volando para él,
demasiado rápido, el tiempo escapándosele entre los dedos y dejándolo sin
opciones cuando el día del examen llegó. Se había preparado, lo iba a hacer
bien, tenía que hacerlo bien sí o sí porque debía entrar a la universidad que
había elegido, y para ello debía de tener la mejor nota posible. Por eso,
aunque tenía mucha presión, cuando se sentó en el pupitre, su mano comenzó a
volar por la hoja de respuestas, marcando sin vacilación las opciones
verdaderas hasta que todo terminó.
Cuando TaeIl salió del instituto
después de haber dado lo mejor de sí, vio cómo sus compañeros corrían a los
brazos de sus padres —algunos felices y otros tristes— y él simplemente
emprendió su camino a casa porque los suyos estaban trabajando y no podían ir
allí a llevarle un ramo de flores o a llevarlo a comer. Sin embargo, antes de
poder dar un paso fuera del recinto del instituto, sintió cómo unos brazos se
enlazaban en su cintura fuertemente y su cuerpo se tensó, hasta que escuchó una
voz muy conocida hablar justo contra su nuca, haciendo que el vello se le
erizara.
—¿Cómo te ha ido, hyung? ¿Lo has hecho bien?
—Claro que lo he hecho bien, ¿por
quién me tomas? —replicó.
—Sabía que te iría bien —murmuró—.
Eres el mejor.
Aquella no era la primera vez que
DongYoung lo abrazaba por la espalda, tratando de sorprenderlo, pero sí que fue
la primera vez en la que TaeIl sentía un nudo en su estómago.
II
Ver partidos de fútbol era algo que
su familia solía hacer cuando había algún evento importante. Era como una
tradición. A ninguno le gustaba realmente el fútbol, pero comer pollo frito y beber
coca-cola o cerveza mientras el
partido se emitía, era algo maravilloso y no solo para la familia Moon, sino
también para sus vecinos de enfrente, los Kim. Hacía mucho tiempo que sus
familias se habían combinado porque los Kim tenían un hijo de la edad de TaeIl,
DongHyun, y pronto se habían vuelto amigos inseparables, junto con el menor,
DongYong. Se quedaban los unos en la casa de los otros, iban todos juntos a
jugar al parque de abajo o a la sala de juegos de la esquina, a comprar helado
a la tienda 24h que había en su misma calle o al colegio, pasaban todo el
tiempo del mundo juntos y, las tradiciones de una familia se habían pasado a la
otra. Por ese motivo, aunque poco a poco, los hijos iban creciendo y ya no
estaban tan juntos como antes porque todos estaban tomando caminos diferentes,
seguían reuniéndose con los partidos de fútbol.
TaeIl había ido a la cocina a por
más patatas fritas y a por una coca-cola
fría del frigorífico y cuando había vuelto, su espacio en el sofá había sido
ocupado por DongHyun sin ningún reparo. TaeIl le bufó a su amigo, tratando de
quitarlo de allí, porque ya no eran niños para estar jugando a aquellas cosas,
ambos estaban ya en la universidad; pero por mucho que lo trató, no llegó a
absolutamente nada y tanto su padre como el señor Kim los mandaron a callar
porque apenas quedaban unos minutos de la primera parte y estaba muy
interesante. TaeIl quiso protestar, pero no le habría servido para nada, así
que, simplemente esperaría a que el otro se tuviera que levantar —ya se había
bebido muchas latas de cola, así que no le quedaría otra más que ir al baño en
cualquier momento—.
—Hyung,
puedes sentarte aquí conmigo —le dijo DongYoung, que estaba sentado en el
suelo, señalando el hueco entre sus piernas.
TaeIl estuvo a punto de declinar
aquella oferta, pero el menor lo miró con ojos de cachorrito y al final no pudo
decirle que no y simplemente se sentó entre sus piernas, sintiendo cómo el
cuerpo de DongYoung se amoldaba al suyo perfectamente y cómo lo abrazaba por la
cintura y posaba su barbilla contra su hombro, dejándolo totalmente paralizado
y con su corazón latiendo rápidamente. Aquello le recordó al invierno anterior,
cuando lo había ido a recoger del examen de acceso a la universidad y, a pesar
de que DongHyun se levantó al baño varias veces a lo largo de la segunda mitad,
TaeIl no pudo separarse del abrazo de DongYoung.
III
Cuando DongYoung comenzó a ir
también a la universidad, una alejada de la de TaeIl y de su casa, y el tiempo
que ambos podían pasar juntos se redujo bastante, porque siempre estaban muy
ocupados, siempre tenían demasiadas cosas que hacer como para poder encontrarse
y eso le dio un poco de margen a TaeIl para pensar en él y en sus sentimientos,
en por qué se sentía tan raro junto al menor y, sobre todo, cuando éste
establecía contacto físico con él. Había conocido al chico desde que él tenía
seis años y DongYoung cuatro, había visto cómo éste había crecido, ambos habían
crecido juntos y nunca antes había sentido nada por él.
Y sin embargo, todo había cambiado
hacía casi tres años. Tres años en los que TaeIl había tenido mucho cuidado con
acercarse al chico para no sentirse raro junto a él, pero había habido momentos
en los que no había podido evitarlo y en los que había sentido cómo su corazón
saltaba dentro de su pecho. Por eso, durante todo aquel tiempo, TaeIl había
acabado concediendo que estaba enamorado de DongYoung, aunque aquel amor fuera
algo totalmente no correspondido, porque para el menor, TaeIl era simplemente
otro hermano mayor.
Cuando TaeIl volvió a casa un día,
después de muchas horas en la facultad, no se esperó encontrarse con DongYoung
esperando el ascensor, de espaldas a él y con una maleta, probablemente para
pasar el fin de semana. Había crecido desde la última vez que lo había visto y
se había quedado más delgado. Su corazón comenzó a latir rápidamente dentro de
su pecho, solo con aquella vista y TaeIl quiso salir corriendo, pero antes de
que pudiera hacer nada, su imagen se reflejó en las puertas del ascensor y
DongYoung se giró hacia él rápidamente, con una gran sonrisa en su rostro.
—¡Hyung!
—lo llamó—. ¿Acabas de volver? —le preguntó.
—Sí… pero me acabo de acordar que
quería comprar algunas cosas de la tienda —respondió rápidamente, tratando de
escapar de pasar unos momentos con él en el pequeño ascensor—. Sube tú, yo
luego subo.
TaeIl se giró para salir del
edificio, pero antes de poder hacerlo, sintió unos brazos rodeando su cintura
desde su espalda y un cuerpo amoldarse perfectamente al suyo, y el cuerpo del
mayor se tensó de forma inmediata ante el contacto.
—Vamos juntos, hyung.
IV
Retomar la amistad que habían tenido
antes de que los dos comenzaran a estar tan ocupados había sido un poco extraño
al principio, pero todo había ido de una forma más o menos decente debido a que
DongHyun estaba allí con ellos prácticamente siempre, llenando sus silencios y
haciendo que los dos volvieran a ser los mismos de siempre. DongYoung se
comportaba como antes, DongYoung no había cambiado realmente, pero TaeIl sí que
lo había hecho y eso hacía que el menor fuera un poco cuidadoso cuando se
encontraba a su alrededor, algo que nunca había sido de esa forma. En parte,
TaeIl se sentía muy culpable por aquello, por rechazar el tacto de DongYoung
cuando éste se acercaba a él, pero era la única forma de que su corazón dejara
de latir dentro de su pecho, tratando de abrirse hueco a través de sus
costillas para salir en busca de DongYoung.
Sin embargo, a pesar de que su
cuerpo se tensaba cada vez que el menor revoloteaba a su alrededor, TaeIl
empezó a acostumbrarse de nuevo a ello para cuando el final del verano estaba
cerca y después de aquello iban a volver de nuevo a la rutina que los había
alejado el uno del otro y que había hecho que TaeIl levantara unas paredes de
hielo a su alrededor.
—Mi hermano me acaba de decir que ha
habido un accidente y que está atrapado en un atasco enorme —comentó DongYoung,
justo detrás de él, en la fila para comprar las entradas en el cine—. Y también
dice que no va a llegar ni de coña para ver la peli.
—Entonces… lo dejamos para otro día
—murmuró TaeIl, girándose levemente hacia él, solo para ver una expresión en su
rostro que hizo que las barreras que había colocado alrededor de su corazón se
derritieran como si alguien las hubiera apuntado con un lanzallamas.
—No. Mi hermano no va a volver a
tener un turno decente en la tienda hasta dentro de un mes y para ese día, tú
estarás demasiado ocupado con la facultad y no podrás venir —replicó—. La
tenemos que ver hoy.
—Vale. Está bien.
TaeIl se rindió sin oponer mucha
resistencia. Era lo mejor. Y se giró rápidamente antes de ver la radiante
sonrisa que se formó en el rostro del menor después de escuchar sus palabras,
sabiendo que aquello era lo más apropiado para que su corazón se mantuviera en
calma. Pero éste no se mantuvo de esa forma cuando los delgados brazos de
DongYoung rodearon su cintura desde atrás y su mejilla se posó contra su
omóplato izquierdo mientras el chico le daba las gracias por quedarse a ver
aquella película con él.
V
Cuando comenzó el nuevo semestre Taeil trató de
olvidar lo que DongYoung significaba para él, saliendo muchas noches y tratando
de conocer a nuevas personas, buscando enamorarse de nuevo, enamorarse de otra
persona que también sintiera algo por él, que lo quisiera de verdad y que no lo
tratara solo como a un hermano mayor. TaeIl lo intentó, lo intentó todo lo que
pudo… pero a pesar de lo mucho que lo intentó, el chico no pudo olvidar a
DongYoung. No pudo olvidarlo… pero para cuando TaeIl se decidió a confesar sus
sentimientos, el menor ya había encontrado a alguien, ya había encontrado a
alguien y ni siquiera se lo había contado al mayor, quien siempre había creído
que al menos siempre había sido como otro hermano para él.
TaeIl se enteró cuando un día salió de casa y
se encontró en el rellano a DongYoung besándose apasionadamente con un chico
desconocido hasta que el ruido provocado por la puerta al cerrarse los
sobresaltó y ambos se separaron. Solo en ese momento, DongYoung tuvo la
decencia de presentarle a su novio, aquel con el que llevaba saliendo ya tres
meses y del que estaba terriblemente enamorado. Y TaeIl hizo como que se alegró
por él, forzó una sonrosa en su rostro y después se montó en el ascensor y se
fue para dejarles intimidad. En cuanto las puertas de metal se cerraron, el
chico no pudo evitar que las lágrimas comenzaran a caer por su rostro,
sintiendo cómo su corazón se deshacía en mil pedazos mientras deseaba con todas
sus fuerzas no tener que volver a encontrarse con DongYoung ni su atlético y
guapo novio.
Sin embargo, el destino no estuvo
por la labor de ayudarlo y, prácticamente cada día después de aquel primer
encuentro, TaeIl tuvo que ver a los tortolitos. Anteriormente nunca se había
encontrado a DongYoung por ningún lado, a pesar de que lo había buscado en
muchas ocasiones, pero desde ese momento, cada vez que salía se lo encontraba,
como si el destino realmente estuviera jugando con él, mostrándole lo que se
estaba perdiendo porque había sido demasiado lento y había perdido su
oportunidad de decirle a DongYoung lo mucho que lo amaba, porque lo amaba demasiado.
Pero a pesar de que sus encuentros
fueron frecuentes e inevitables, TaeIl los evitó poniendo excusas de que no los
quería molestar, huyendo del lugar antes de tener que enfrentarse a ambos… al
menos así fue hasta que DongYoung pareció hartarse de aquello y lo acorraló una
tarde en el balcón de su piso, pillándolo desprevenido y dándole un abrazo por
la espalda que casi hizo que el mayor saltara desde el décimo octavo piso
debido al reconocimiento de aquellos brazos que rodeaban su cintura desde atrás.
—¿Qué es lo que te pasa, hyung? —le
preguntó DongYoung—. ¿Por qué últimamente me evitas cuando me ves? ¿Por qué
siempre dices que estás ocupado y luego te veo por la calle vagabundeando sin
hacer nada?
—No quiero robarte tiempo con tu
novio —contestó TaeIl.
—Pero hay veces en las que también
quiero estar contigo —replicó el chico, haciendo más fuerte su agarre y
haciendo que el maltrecho corazón del mayor quisiera volver a latir con fuerza,
pero TaeIl no dejó que aquello lo dominara.
—Creo que sería mejor que no nos
viéramos más —dijo, tratando de que no le temblara la voz y, antes de que
DongYoung pudiera hacer o decir nada más, TaeIl se deshizo del agarre de sus
brazos y salió de su casa sin mirar atrás ni una sola vez.
VI
Desde la conversación que tuvieran
en el balcón, TaeIl y DongYoung no habían intercambiado ni una sola palabra, ni
una sola mirada, cada vez que se encontraban hacían como que eran dos simples
extraños y seguían su camino como si nada. Al principio, el maltrecho corazón
de TaeIl ardía cada vez que se veían y se ignoraban, pero con el tiempo,
comenzó a acostumbrarse a aquella nueva dinámica y el chico sabía que aquello
era lo mejor para ambos a la larga, mucho mejor que TaeIl confesara sus
sentimientos y lo mandara todo al traste. Los amigos de la infancia no duraban
toda la vida, la gente cambiaba, no era nada del otro mundo que dos amigos se
convirtieran en extraños a medida que iban creciendo. Si seguían de aquella
forma, seguro que llegaría un día en el que se verían y ni siquiera se darían
cuenta de que se habían cruzado el uno con el otro porque habrían cambiado
demasiado y a TaeIl ya no le dolería verlo.
Sin embargo, antes de que llegara
ese día, mientras TaeIl estaba leyendo un libro para hacer un trabajo de clase
en su habitación, la puerta de ésta se abrió de golpe y por esta entró
DongYoung, con los ojos rojos e hinchados y lágrimas recorriendo su rostro. El
corazón de TaeIl se detuvo de forma repentina y su primera reacción fue dejar
el libro de cualquier manera, sin marcar siquiera la página por la que iba y
levantarse de la cama para ir hacia el chico; pero a mitad de camino se detuvo,
titubeante.
—Me ha dejado —dijo en ese momento
DongYoung, sorbiéndose los mocos—. Me ha dejado sin darme ninguna explicación…
y mis pies me han traído hasta aquí sin que me diera cuenta… —murmuró—, pero me
dijiste que era mejor que no nos viéramos más, así que no te preocupes, me iré.
DongYoung se dio la vuelta para
salir de su habitación y TaeIl no tardó ni un segundo en mandarle a sus piernas
la orden de caminar en dirección al chico y a sus brazos la orden de detenerlo
abrazándolo por la espalda, como DongYoung había hecho con él en muchas ocasiones.
El chico se detuvo inmediatamente y la mente de TaeIl comenzó a ir a toda
velocidad. El destino le había dado una nueva oportunidad y no iba a dejar que
se le escapara de nuevo.
—Lo siento —comenzó—. Te dije unas
palabras horribles, te dije que no quería que nos viéramos cuando realmente era
lo que más quería… pero te lo dije solo porque estaba demasiado celoso de tu
relación —continuó—. Estaba celoso porque cuando por fin me había decidido a
decirte lo mucho que te quiero, ese chico llegó y no tuve la oportunidad de
hacerlo, así que alejarme de ti era la única opción para dejar de sufrir. Lo
siento mucho, DongYoung. Siento mucho haberte tratado mal sin ninguna
explicación y siento haberme enamorado de ti.
Durante unos segundos, la habitación
se quedó en silencio, el silencio más absoluto, como si allí no hubiera ninguna
persona, incluso el sollozo de DongYoung se había detenido por completo.
Durante unos segundos, TaeIl pensó que la había cagado del todo, que después de
aquello sí que no iba a recuperar a DongYoung nunca y que a partir de ese día
iba a ser una persona mucho más desgraciada de lo que ya lo había sido. Sin
embargo, cuando ya estaba a punto de perder la esperanza, el menor se removió
en su abrazo y se giró para mirarlo a los ojos fijamente durante unos momentos,
antes de dedicarle una sonrisa y echarle los brazos al cuello.
—Hyung…
—murmuró—. Siempre me gustaste. Desde que era un niño. Eras mi modelo a seguir
y la persona con la que quería pasar el resto de mi vida… pero cuando comenzaste
a alejarte de mí pensé que lo que debía hacer era pasar página y encontrar a
alguien que me quisiera. Jamás me planteé que tú sintieras lo mismo que yo.
—Somos un par de idiotas —no pudo
evitar decir TaeIl en respuesta, con su corazón latiendo como loco dentro de su
pecho por primera vez en mucho tiempo—. Ahora solo debemos dejar de serlo.
—Estoy de acuerdo, hyung —susurró el menor contra su cuello
antes de dejar un cálido y húmedo beso en aquel lugar.
Notas finales:
—El
fanfic fue inspirado en esta colección
de fotos de TaeIl siendo abrazado de forma cuqui por DoYoung.
—El
DongHyun que aparece por esta historia, es Gong Myung, el hermano mayor de
DoYoung en la realidad (y en el fic), que es de la edad de TaeIl realmente,
solo como medio mes o así mayor que TaeIl.
—Y…
a no ser que me vuelva a dar muy fuerte con alguna historia, esta es la más
larga que he escrito para esta colección… demasiado larga quizás…
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