Título: Moonless Night
Autora: Riz Aino
Pareja: InDong (InHaeng
+ YoonDong) (HALO)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, fantasy, magic, romance
Número
de palabras:
1.136 palabras
Resumen: YoonDong es enviado a una misión para
la que no está realmente preparado.
Aclaraciones: la trama está ambientada en un mundo
inventado para la ocasión que no está muy definido, pero en las notas finales
aclararé cosas.
Notas: historia escrita para Álvaro, que ganó
uno de mis infames juegos de twitter.
Comentario
de autora:
este es mi primer fic de HALO, les tenía muchas ganas, así que, gracias por
pedirme algo de ellos. Creo que merece la pena a pesar de ser el primero y no
tenerles pillado el punto. Espero que os guste.
Moonless Night
YoonDong
dejó escapar un suspiro profundo al encontrarse frente a él la silueta del Castillo
Negro, recortada por la puesta de sol en el horizonte y algunas ramas de los
árboles que todavía se encontraban entre él y la edificación que se alzaba
majestuosa sobre el borde del acantilado, aun desde aquella distancia, el joven
podía oír a las olas romper contra las paredes del acantilado y la zona baja de
la muralla del castillo, también se adentraba por su nariz el olor a salitre
del mar. Aunque no estaba allí para admirar aquel lugar, sino para infiltrarse
en él de alguna forma —todavía no sabía cómo— y poder sacar de allí el objeto
sagrado que le había sido arrebatado de las manos al anterior jefe supremo de
los magos en la última batalla, antes de que ninguno pudiera hacer nada por
evitarlo. Sin aquel objeto sagrado, sus posibilidades de enfrentar al enemigo
eran muchas menos de las que ya tenían.
YoonDong
sintió un escalofrío en ese momento que achacó a la bajada de temperaturas que
se estaba produciendo ya que la noche estaba tomando su camino en el cielo y no
al terror que sentía por aquella misión que le había sido asignada. El chico
sabía que no estaba preparado para cumplirla y sabía que iba a fracasar, porque
sabía perfectamente que sus habilidades mágicas no estaban al nivel que se
necesitaba para poder llevar aquello a cabo, pero había ofendido al nuevo jefe
supremo de los magos y este había sido su castigo por ello: la muerte en
territorio enemigo. Se había preparado para ello, porque no tenía oportunidad
de salir de allí con vida, pero una ínfima parte de su cerebro le decía que, si
se esforzaba lo suficiente, podía conseguirlo. YoonDong no le hacía el más
mínimo caso. Sus habilidades mágicas no estaban al nivel.
No
obstante, al menos tenía que intentarlo, tenía que hacer que los demás magos se
sintieran orgullosos de su valor, de su arrojo al tratar de hacer algo como
aquello. Por eso, YoonDong cuadró sus hombros e inspiró profundamente la brisa
marina procedente del Océano Pars, esperando a que la oscuridad lo cubriera
todo como un manto tupido en aquella noche sin luna, para poder comenzar su
misión.
~
—¿Cómo se os ocurre
enviarlo a él? —cuestionó InHaeng, encarándose al jefe supremo de los magos,
sabiendo que las consecuencias de hacerlo serían poco agradables—. No tiene las
capacidades suficientes como para llevar a cabo una misión de estas
características. ¡Ni siquiera es capaz de lanzar un hechizo para que sus pasos
no suenen! ¿Cómo va a salir vivo de ahí?
La mirada
condescendiente del jefe supremo de los magos le indicó a InHaeng que no estaba
preocupado en absoluto por lo que le pudiera pasar a YoonDong y que prefería
infinitamente que acabara muerto en el Castillo Negro antes que tener a un mago
tan poco experimentado como él entre sus filas. InHaeng tuvo que apretar su
mandíbula para no soltar todo tipo de improperios que llevaran al otro a
lanzarle un hechizo mortal en su despacho.
—Déjeme ir
con él al menos —le pidió—. Así tendremos muchas más posibilidades de encontrar
el objeto sagrado y traerlo de vuelta.
—No puedo
enviar a un mago tan especial como tú a una muerte segura —le replicó el
hombre—. Te necesitamos vivo para poder hacer frente al enemigo, muerto no nos
sirves para nada.
—Aun
sabiendo que es una misión suicida lo habéis enviado allí —murmuró—. Y yo no
puedo abandonarlo a su suerte cuando puedo hacer algo por él. Si me disculpa.
InHaeng le
hizo una reverencia al jefe supremo de los magos y después se encaminó hacia la
puerta. Escuchó que el hombre le gritaba, le decía una y otra vez “que no se
atreviera a desobedecerle”, pero InHaeng no podía hacer otra cosa más que no
cumplir por primera vez las órdenes de un superior porque era YoonDong quien
estaba a punto de morir y él no podía permitir aquello. Cuando la lucha por
retomar el control de lo que la Oscuridad les había arrebatado había comenzado
y necesitaban encontrar más personas con habilidades mágicas para que les
ayudaran en su tarea, InHaeng les había prometido a los padres de YoonDong —y a
sí mismo— que cuidaría de él y no iba a romper su promesa.
Aquel año
que YoonDong había pasado junto a él, aquel año en el que lo había estado
ayudando cada vez que algún hechizo se le resistía, aquel año en el que casi lo
había perdido en la última batalla y aquel año en el que se había dado cuenta
de que sin el chico en su vida ésta no tendría sentido alguno, había sido un
año maravilloso, irrepetible… y no podía dejar que YooDong pereciera en
territorio enemigo, sin nadie que lo cuidara, sin nadie que lo protegiera, sin
nadie que lo ayudara.
Por eso,
nada más salir del despacho del jefe supremo de los magos, InHaeng pensó en él,
lo imaginó en su mente, se imaginó junto a él y, justo después, dejó que la
magia recorriera su cuerpo de arriba abajo hasta que ésta inundó todo su ser y
desapareció de la Fortaleza de los Magos, apareciendo junto a YoonDong en el
bosque.
~~
YoonDong
sintió el aire a su alrededor arremolinándose y sintió en su piel la magia,
milésimas de segundo antes de que, justo a su lado se apareciera InHaeng, con
una seria expresión en su rostro. El menor supo sin que el otro le tuviera que
decir nada que estaba enfadado, probablemente enfadado porque hubiera sido
embarcado en aquella misión, enfadado también porque se hubiera ido de la
Fortaleza de los Magos sin despedirse de él, pero YoonDong no lo había hecho
porque sabía que si lo hubiera hecho no habría sido capaz de salir de allí. Sin
embargo, en lugar de gritarle por su inconsciencia, InHaeng se acercó a él y lo
apretó fuertemente entre sus brazos.
—Eres el
mago más idiota que he conocido jamás —murmuró InHaeng en su oído, haciendo que
un escalofrío recorriera todo el cuerpo de YoonDong, esta vez no siendo
provocado por el frío o el miedo—. Por eso no puedo dejar que hagas esto solo.
YoonDong tuvo
ganas de llorar porque no se merecía a InHaeng, no se merecía que hubiera ido
hasta allí a por él, no se merecía que lo ayudara en aquella misión suicida, no
se merecía que estuviera a su lado porque no era absolutamente nadie, no era un
gran mago, no era una gran persona… pero aun así, estaba agradecido por todo lo
que el otro hacía por él, estaba agradecido porque lo quisiera a él y no a
cualquier otro, estaba agradecido porque no lo hubiera dejado solo.
—Gracias
—susurró YoonDong.
Con
InHaeng a su lado se sentía mucho más capaz de afrontar aquella misión, con él
a su lado sentía que era posible regresar con vida a casa. Con InHaeng a su
lado, YoonDong no tenía miedo.
Notas finales:
—El mundo que presento es un mundo invadido por la Oscuridad
en el que hay solo una pequeña cantidad de magos que tratan de combatirla para
que éste vuelva a ser un lugar de Luz.
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