Chapter
5
Aunque
pareciera que no, la vida de RenJun era muy dura. Era de los pocos en su grupo
de amigos y en el equipo de beisbol que tenía un poco de cabeza y normalmente
se encargaba de que las cosas no se desmadraran demasiado; también, junto con
SeungMin, era el asesino a sueldo cada vez que, normalmente DongHyuck, pero
también Eric y Felix, se pasaban de la raya con sus idioteces. Pero aquello no
era nada realmente, aquello era vivir en el cielo rodeado de ángeles en
comparación con lo que era lo peor —y a la vez mejor— que hacía que su vida
fuera demasiado dura y que el chico quisiera tirarse por la ventana… JaeMin. La
lástima era que aquellas cabañas no levantaran un palmo del suelo y su intento
de suicidio quedaría ridiculizado, pero aquel día, a RenJun le daban muchas
ganas de quitarse de en medio pronto.
¿Por
qué? ¿Qué era lo que había pasado? ¿Qué había cambiado para que hubiera un
contraste tan grande entre el día anterior que había sido normal y tranquilo y
ese día en el que RenJun quería tirarse por la ventana? Algo que en realidad
era bastante común que le pasara, aunque la razón era distinta por completo a
otras ocasiones.
Porque
RenJun estaba totalmente acostumbrado a que JaeMin le pidiera abrazos, le
robara besos, jugara con su oreja o le lanzara miraditas sugerentes a cualquier
hora del día, en cualquier lugar y el cualquier momento —incluso durante los
partidos o los exámenes había pillado a su novio más de una vez y más de dos
lanzándole miradas sugerentes—; pero RenJun no estaba nada acostumbrado a que
detrás de estas cosas hubiera un motivo oculto. JaeMin se comportaba de aquella
forma porque eran novios… pero aquel día que lo hacía todo tan diferente a
anteriormente, se comportaba así porque había visto algo que RenJun no deseaba
que hubiera visto, al menos no mientras estaban de campamento y rodeados de sus
amigos.
Porque
aquella mañana, RenJun se había despertado con una erección entre sus piernas
que no había podido mantener oculta a los ojos de JaeMin y, desde entonces, el
otro chico no había parado de tratar de camelárselo. Durante el desayuno había
tratado de meterle mano debajo de la mesa y RenJun solo había podido pegar un
salto y alejarse de él lo más rápido posible para que la cosa no fuera a
mayores, creyendo que en el entrenamiento el chico simplemente se centraría en
el juego y no en él y se le acabaría olvidando todo. Obviamente, había sido un
iluso. Y RenJun estaba avergonzado. Y quería tirarse por la ventana. Y,
definitivamente, lo que no quería era saltarse el almuerzo por encerrarse en la
cabaña junto a JaeMin mientras no había nadie alrededor, pero allí estaba.
Porque
hacía tan solo dos días el chico les había dicho a sus amigos que no quería que
su primera vez fuera en las duchas con todos ellos alrededor… pero no había
dicho nada de que no quisiera que fuera en la cabaña mientras todos ellos
estaban almorzando.
—Jaem…
—murmuró cuando el chico cerró la puerta a sus espaldas—. Tengo hambre,
deberíamos estar comiendo con todos…
—Yo
también tengo hambre… —dijo JaeMin en respuesta—. Hambre de ti…
El chico había dicho
aquello con una expresión super seria en su rostro y tratando de mostrarse
sensual y RenJun sintió que su reacción debía haber sido estremecerse de los
pies a la cabeza por aquello, pero no pudo hacer otra cosa más que soltar una
carcajada de lo más profundo de su ser.
—Jaem…
pls… ¿qué estamos, en un anime yaoi?
—Lo
siento —respondió el chico, esbozando una de sus encantadoras sonrisas—. Es que
he estado viendo mucho anime yaoi últimamente… para… documentarme… —murmuró,
algo más bajito—, como en mi casa hay un cortafuegos para los sitios de porno y
la graduación está a la vuelta de la esquina…
Con
aquellas palabras, al contrario que anteriormente, RenJun sí que sintió un
pequeño escalofrío recorrer su cuerpo. Porque ambos se habían hecho la promesa
de que después de la graduación, después de que fueran libres del instituto y
mayores de edad en toda regla, tendrían su primera vez juntos y JaeMin estaba
tratando de documentarse para que todo fuera bien y no se convirtiera en un
fiasco. A pesar de que el chico fuera un pervertido sin remedio, RenJun podía
ver las buenas intenciones que había detrás de aquello y se sintió un poco
conmovido.
—No
tienes que preocuparte por nada —le dijo—. Es mejor que no te documentes con
animes yaoi y que dejemos que las cosas fluyan a su ritmo y según queramos y
sintamos.
—Por
algo eres el listo del grupo —murmuró JaeMin, ampliando su sonrisa.
A
RenJun le encantaban las sonrisas de JaeMin, le encantaban demasiado, por lo que
no pudo contener las repentinas ganas que le dieron de besar aquella sonrisa y
simplemente se acercó al chico y con su mano derecha le acarició la mejilla
antes de inclinarse hacia él y darle un beso corto, pero agradable, un beso que
llevaba bastante tiempo queriendo darle pero en las últimas semanas no habían
tenido oportunidad de estar a solas de aquella manera —y cuando lo habían
estado, el día anterior después del entrenamiento, SeungMin había lo arruinado
apareciendo de repente—, un beso con el que le decía lo mucho que lo quería… ya
que RenJun con las cosas cursis como decir “te quiero” no se llevaba especialmente
bien.
—Me
gusta mucho cuando me besas de esta manera —murmuró JaeMin contra sus labios
cuando se separaron—. Muchísimo —repitió, dándole un beso corto en la boca.
Después
de aquello, el chico lo tomó de la mano para guiarlo hasta la cama de debajo de
la litera que estaban compartiendo en aquella cabaña, con una sonrisa pícara y
dulce a la vez a la que RenJun no pudo evitar responder de la misma forma. Se
dejó arrastrar por su novio sin poner ningún tipo de oposición porque, de todas
maneras, estaban solos y ninguno de sus amigos los iba a molestar hasta que no
acabara la hora del almuerzo, así que, podían seguir besándose una y otra vez,
tranquilamente sobre el colchón sin ningún problema. Por eso, ambos se
colocaron en la cama, tumbados el uno junto al otro, frente a frente, muy
cerca, tan cerca que absolutamente toda la superficie de sus cuerpos estaba en
contacto.
—Te
quiero mucho, RenJun —murmuró JaeMin en ese momento.
RenJun
se sintió feliz por aquella confesión y acercó su rostro al del chico para
darle otro beso profundo y cálido, lleno de todo el amor que sentía por aquel
muchacho que había hecho que su vida fuera maravillosa desde que se había
mudado a Corea años atrás —la había hecho muy complicada también, mucho más
complicada de lo que a RenJun le habría gustado, pero aunque a veces quisiera
tirarse por una ventana, estar con JaeMin merecía muchísimo la pena—. RenJun
realmente lo adoraba, adoraba al chico que tenía entre sus brazos y que le
devolvía el beso con la misma intensidad que RenJun se lo daba. Probablemente
su vida sería mucho más fácil si JaeMin no se hubiera acercado a él el primer
día que había llegado nuevo al instituto y le hubiera dicho en un chino
totalmente equivocado y adorable que quería ser su amigo, pero también sería de
lo más aburrida porque al chico le habría faltado un sol que iluminase su vida
por completo.
Siguieron
besándose, tomando pequeños descansos para poder recuperar un poco la
respiración antes de continuar y para mirarse a los ojos y sonreír un poco
avergonzados. Habían hecho aquello muchas veces a aquellas alturas, muchas
veces se habían encerrado en el cuarto de JaeMin o en el de RenJun con la
excusa de hacer las tareas de clase o de estudiar y se habían besado hasta que
sus labios se habían vuelto completamente hinchados, pero todavía sentían un
poco de vergüenza por aquello. RenJun no podía imaginarse cómo JaeMin podía
estar buscando en animes yaoi cómo seguir adelante con aquello si solo con eso
los dos se ponían rojos como tomates y no por el calor.
—¡Huang
RenJun! ¡Na JaeMin! ¡Tengo una cosa muy importante que discutir con vosotros!
—una voz potente muy conocida para ambos, seguida por el sonido de la puerta de
la cabaña al abrirse los hizo dar un salto y alejarse el uno del otro, pero su
amigo DongHyuck ya los había visto tal y como estaban—. Ups. Lo siento. Seguid
con lo vuestro —dijo, para después cerrar la puerta de la cabaña.
—Te
dije que estarían haciendo manitas —se escuchó a Jeno decir desde fuera—, que
al menos llamaras a la puerta para que les dieras tiempo a vestirse.
—Vestidos
estaban —replicó DongHyuck.
RenJun
no pudo evitar soltar una carcajada y JaeMin lo siguió en esta. Sus amigos no
tenían remedio ninguno y, al menos, durante lo que durara el campamento parecía
que no iban a poder tener muchos momentos para ellos solos entre unas cosas y
otras.
—¿Deberíamos
salir a ver qué quieren? —le preguntó JaeMin después de que la risa remitiera.
—Yo
por mí los dejaba ahí fuera toda la tarde… pero luego me tildan de mal amigo —dijo
él.
—Anda,
vamos a ver —respondió el chico, pero antes de levantarse de la cama le dio un
beso corto en los labios.
~~
Hacía
dos días que había pasado todo. Dos días en los que HyunJoon no había podido
evitar pasarse todo el rato dándole vueltas en su mente a lo ocurrido, dándole
vueltas para ver cómo podía solucionar aquello, cómo podía hacer para que todo
volviera a ser como debía; sin embargo, por más que lo pensaba, al chico no se
le ocurría absolutamente nada y estaba bastante frustrado por todo. Frustrado
porque no podía —más bien no quería—
comprender el motivo por el cual SunWoo lo había besado aquella noche en el
bosque. HyunJoon entendía que el chico pudiera haber estado muy asustado y que
por ello lo sujetara fuertemente y le clavara las uñas, también que se apretara
fuertemente contra su cuerpo para que lo protegiera de los fantasmas. HyunJoon
entendía todo aquello, pero no entendía el por qué de aquel beso… y pensar en
ello hacía que se sintiera incómodo y algo asustado.
Pensar
en SunWoo, verlo en las comidas o en los entrenamientos, cruzarse con él en la
cabaña, estar simplemente a su alrededor, hacía que el chico se sintiera así,
porque en su interior hervía algo y HyunJoon no tenía ni idea de lo que era. Solo
se le ocurrían las mismas cosas una y otra vez… y no quería que éstas fueran la
respuesta final a todos los quebraderos de cabeza que llevaba teniendo desde
aquella noche.
El
chico suspiró profundamente y dejó caer su cabeza hacia atrás, para mirar el
cielo. El cielo era de un color azul intenso aquel día, un azul salpicado de
pequeñas motas de blanco, nubes delgadas que no opacaban aquel intenso color y un
sol enorme y dorado que iluminaba aquel cielo. Si SunWoo hubiera estado allí
con él, probablemente habría sacado el móvil y le habría hecho veinte fotos al
cielo y a él. HyunJoon cerró sus ojos y sacudió su cabeza con fuerza. No quería
pensar en SunWoo, quería un poco de paz, por eso se había alejado de todos sus
amigos, de todos sus compañeros de equipo y se había dirigido a aquel lugar del
campamento en el que no había ni una sola alma, para estar tranquilo y para no
pensar de ninguna de las maneras en SunWoo.
Pero
allí se encontraba, dedicándole todos sus pensamientos al chico, incluso cuando
no estaba pensando en el beso. Oh. Ahí iba de nuevo. HyunJoon suspiró de nuevo
y abrió sus ojos, sobresaltándose al hacerlo y gritando incluso.
—Pero…
¿¡qué cojones!? —dijo.
Cuando
había abierto los ojos, se había encontrado sobre él, en lugar del cielo azul
intenso que había estado observando antes, el careto de su amigo Eric. Obviamente
no se lo había esperado allí, estaba en la otra punta del campamento, pero
sobre todo, jamás se habría imaginado que nadie le hiciera algo como aquello. Su
corazón estaba latiendo dentro de su pecho a toda velocidad del maldito susto
que le había dado y HyunJoon tenía unos instintos asesinos muy grandes que no
sabía si su amigo iba a ser capaz de esquivar.
—Estabas
tan metido en tu mundo que quería ver si te asustaba —dijo el chico, sentándose
a su lado—, y lo he conseguido.
—Vete
a la mierda —murmuró él, pegándole en el brazo fuertemente a Eric. Este se
quejó, pero HyunJoon ignoró su queja.
No
tenía ganas de estar con él, no tenía ganas de estar con nadie, así que,
simplemente se levantó del suelo, dispuesto a encontrar otro lugar en aquel
campamento que le sirviera de refugio hasta que éste acabara, para no toparse
con ninguno nunca más. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso, la mano
de Eric cogiéndolo por la muñeca lo detuvo.
—¿Qué
quieres? —le cuestionó de lamas formas.
—¿Qué
narices te pasa? —dijo en respuesta Eric—. Desde que entramos al bosque estás muy
raro, no nos hablas y evitas a SunWoo como si fuera la peste… y luego está
SunWoo, que tampoco habla más de lo necesario y cada vez que te mira agacha la
cabeza y suspira —contó—. ¿Qué narices os pasó cuando os quedasteis solos en el
bosque?
Con
la de cosas que tenían que estar preocupándose todos, con toda la atención que
debían de prestarle a aquel entrenamiento en el campamento porque era clave
para lo que quedaba de temporada y su amigo había tenido tiempo de fijarse en
que algo iba mal con ellos.
—Nada —replicó.
Eric
ladeó la cabeza un poco y luego alzó levemente una de sus cejas. Obviamente no
se lo había creído. No se lo había creído porque sí que pasaba algo, pasaba
algo muy gordo, pero ni siquiera HyunJoon sabía qué era lo que pasaba. Se había
sorprendido muchísimo cuando SunWoo lo había besado esa noche, no había
entendido para nada por qué el otro, asustado, la única reacción que había
tenido había sido besarlo. Tampoco entendía por qué narices no le había
desagradado aquel beso y por qué no dejaba de pensar en su amigo, en aquella
noche, reviviéndolo todo una y otra vez. No quería entenderlo. Todo iba a la
velocidad de la luz en su cabeza y, realmente, lo único que quería hacer era olvidarlo
todo, hacer como si aquello no hubiera existido, borrarlo de su memoria. Pero no
podía hacerlo, era imposible. Y HyunJoon estaba muy frustrado porque cada vez
que veía a SunWoo, lo único que quería hacer era salir corriendo hasta el fin
del mundo para no tener que verlo nunca más… y, sin embargo, cada vez que huía,
lo único que hacía era pensar en SunWoo. El chico quiso arrancarse los pelos.
—Me
parece que es algo muy gordo —murmuró Eric, sacándolo de sus pensamientos—. Si quieres
hablar con alguien… sabes que estoy aquí para ayudarte, ¿no?
HyunJoon
lo miró durante unos momentos, cavilando si era buena idea decirle al boca chanclas
de su amigo todo lo que había sucedido y, sobre todo, la confusión que sentía
en su interior por todo ello. No tardó mucho en llegar a la respuesta acertada
a aquello. No podía decirle absolutamente nada.
Por
eso, HyunJoon simplemente se soltó de su agarre y después echó a andar hacia el
campamento, dándole vueltas una y otra vez a todo, pensando de nuevo en lo que
no quería pensar, dejándose guiar por sus piernas sin saber realmente hacia
dónde iba y sin importarle lo más mínimo si éstas acababan por llevarlo hasta
su casa en Seúl. Quizás, era incluso mejor que se fuera del campamento. Así no
habría ningún mal rollo, así todo se calmaría un poco y él tendría mucho tiempo
para pensar hasta que volvieran a empezar las clases otra vez y tuviera que ver
a sus amigos de nuevo, ver a SunWoo de nuevo. Sí. Quizás era eso lo correcto.
Pensando
en cómo podría hacerlo para que los profesores decidieran enviarlo de vuelta a
casa, cavilando todas sus opciones, el chico no se dio cuenta de que atravesaba
por completo el campamento y de que acababa llegando de forma totalmente
automática a la cabaña que compartía con algunos de sus amigos, a la cabaña que
compartía con SunWoo, hasta que no entró a ésta y se dio cuenta de que el chico
estaba allí, sentado sobre su cama, leyendo un libro tranquilamente, con los
auriculares puestos. HyunJoon tardó un momento en reaccionar, tan solo un
segundo, el tiempo suficiente para que la puerta se cerrara tras él y
sobresaltara a SunWoo.
Los
ojos oscuros del chico lo miraron fijamente y HyunJoon contuvo la respiración. Había
tratado lo máximo posible de no coincidir con él, de no encontrarse cerca de él
en ningún lado —solo cuando dormían era cuando habían estado mas cerca el uno
del otro— pero allí había acabado, solo con SunWoo en la cabaña, bajo la
inquisitiva mirada de éste. HyunJoon quiso correr, huir de nuevo, salir por la
puerta y no volver a entrar hasta que no estuvieran todos dormidos, pero antes
de que pudiera siquiera volver a respirar de nuevo, el chico vio cómo la mirada
de SunWoo se retiraba de su rostro y cómo un color rosáceo comenzaba a adornar
sus mejillas y la punta de sus orejas, siendo visible incluso sobre su moreno
tono de piel, mucho más acentuado por las horas bajo el sol que pasaban
entrenando.
HyunJoon
sintió cómo su corazón comenzaba a latir fuerte y rápidamente dentro de su
pecho, aunque sin saber el motivo por el cuál lo hizo. el chico tragó saliva
porque su garganta se había quedado repentinamente seca y estaba comenzando a
respirar de forma entrecortada, como si acabara de correr una maratón y
estuviera completamente sin aire. ¿Qué narices le pasaba? SunWoo volvió a girar
su cabeza hacia él y abrió su boca, como si quisiera decirle algo. La cabeza de
HyunJoon iba a toda velocidad, tratando de averiguar qué era lo mejor que podía
hacer, cómo podía salir de allí, huir antes de que el otro pudiera decir algo
que hiciera que todo se volviera todavía peor.
—HyunJoon…
—comenzó SunWoo, con voz suave, un tono de voz que casi nunca había utilizado y
que lo hizo sobresaltarse aún más.
No.
No quería escucharlo. No quería saber lo que quería decir. No quería que le
dijera nada, no quería que le diera ninguna excusa, ninguna explicación.
HyunJoon tenía miedo. Miedo de lo que le pudiera decir, miedo porque no sabía
qué era lo que éste pudiera decirle. Por eso, simplemente volvió sobre sus
pasos antes de que SunWoo pronunciara una palabra más y salió de la cabaña como
alma que llevaba al diablo, importándole muy poco el portazo que dio la puerta
al cerrarse, importándole nada que Felix y JiSung estuvieran al pie de las
escaleras y que éstos lo saludaran. Él simplemente necesitaba escapar de allí.
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