Ice-Cream

Ice-Cream

            Odiaba ser el menor. Por ser el menor me trataban como si fuera el chico de los recados y cuando les contestaba mal porque no quería hacer algo, se enfadaban conmigo. Ser el menor era una mierda.

            Llegué a la sala de ensayo, donde me estarían esperando todos mis hyungs muertos de calor. La máquina que hacía circular el aire acondicionado de la empresa se había roto y era pleno verano. Por ese motivo, me habían mandado a mí, al maknae, a comprar varias tarrinas de helado.

            Cuando entré me quedé congelado ―y eso que el calor era insoportable―.  El lugar que cuando me fui estaba atestado de gente ahora estaba casi vacío. Solo había una persona allí, MinSeok hyung.

            ―¿Dónde están todos los demás? ―pregunté.

            ―El mánager tiene en su despacho un ventilador y todos han ido allí a compartir el aire fresco ―contestó.

            ―Pero serán… ―iba a decir una palabrota, pero me contuve y dejé las bolsas con el halado sobre el suelo―. No es justo que me manden a comprar, que me hagan salir del edificio con la de fans que hay ahora esperándonos fuera. Es verano y no tienen clases, así que es peor.

            ―Míralo por el lado bueno ―dijo él con una sonrisa―. Ahora estamos solos y podemos comernos todo este helado con la excusa de que si no lo hacíamos se iba a derretir ―me guiñó un ojo y gateó hasta donde había dejado las bolsas, tomando una de las tarrinas de helado de fresa y una cuchara―. También podemos hacer cosas que no podemos cuando están todos ―murmuró.

            No hizo falta más explicación para que fuera hasta él y tomara sus labios en un beso desesperado que respondió con igual intensidad. Cuando nos separamos lamí mis labios y él sonrió.

            ―Creo que con el helado sabría mejor ―comentó antes de hundir la cuchara en el cacharro, tomar una porción de helado y dármela de comer. Apenas había terminado de saborearlo cuando sentí sus labios presionando contra los míos y su juguetona lengua queriendo entrar en mi boca. Cuando nos separamos sonreí, él tenía razón, sabía mucho mejor con el helado.