Preguntas y Respuestas

Preguntas y Respuestas

            Desde el momento en el que nos conocimos, sentí que debía protegerlo. Era demasiado pequeño ―aunque en realidad solo tenía dos años menos que yo―, tan bajito y escuchimizado que eso fue lo único que se me pasó por la cabeza, bueno, eso, y que a partir de ese momento sería un pilar para él, la persona que le enseñaría todo lo que todavía no sabía.

            Desde el primer día en el que nos hicimos amigos, le conté todo eso y también que podría hacerme las preguntas que quisiera sobre cualquier tipo de tema, que yo se las respondería absolutamente todas. Así comenzó nuestro juego de preguntas y respuestas.

            Cuando TaeMin tenía quince años, las cosas que preguntaba eran fáciles, nimiedades que con gusto respondía para que el pequeño pudiera crecer más. Pero a medida que este fue creciendo, las preguntas lo hacían con él y se fueron convirtiendo en más embarazosas para responder por mí, no obstante, lo seguía haciendo.

            Estaba tumbado sobre mi cama mirando el techo cuando sentí que la puerta de la habitación se abría y aparecía TaeMin por ella. Me incorporé y me quedé sentado, indicándole que podía venir junto a mí. No le hizo falta mucho para sentarse en la cama tan fuerte, que juré que si lo hacía de nuevo esta se partiría por la mitad.

            ―¿Querías algo? ―pregunté.

            ―En realidad sí ―contestó con una sonrisa que no pude identificar―. Hay algo que quiero preguntarte.

            ―Dispara.

            ―¿Es verdad que eres gay? ―abrí mis ojos como platos al escuchar aquella pregunta. No era algo que me hubiese esperado.

            ―¿Por qué quieres saberlo? ―inquirí.

            ―Solo quiero saberlo ―contestó de una forma inocente. Durante unos minutos estuve cavilando mi respuesta.

            ―Sí.

            ―¿Puedo hacerte otra pregunta? ―asentí―. ¿Te gustaría salir conmigo KiBum hyung? ―otra vez su pregunta me pilló desprevenido.

            ―Si esto es una broma, TaeMinnie… Es una de muy mal gusto ―murmuré levantándome de la cama. Él también se levantó y se puso a mi altura, mirándome a los ojos de una forma muy sincera.

            ―No es ninguna broma ―dijo seriamente.

            ―Sí ―susurré justo antes de tomarlo por la nuca y juntar nuestros labios.