martes, 12 de octubre de 2021

[One Shot] OOOctober: The elf {KyuJun}

Título: The elf

Autora: Riz Aino

Pareja: KyuJun (KB + JunJi) (OnlyOneOf)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, fantasy, drama, “romance”

Número de palabras: 1.150 palabras

Resumen: KyuBin siempre pensó que la existencia de los elfos era mítica… nunca se imaginó encontrarse con aquella raza de seres perfectos frente a frente.

Notas: la historia se corresponde con el “day 12: elf” del OOOctober.

Comentario de autora: llevo mucho tiempo con mi agenda de JunJi!Legolas y nadie me iba a impedir completar esta agenda escribiendo una historia con JunJi siendo un elfo. Espero que os guste.

 

The elf

 

            Aquel bosque le daba escalofríos a KyuBin. Nunca se había adentrado allí, nunca había tenido que hacerlo, pero en aquellos momentos, era lo único que había podido hacer. KyuBin estaba herido y había tenido que escapar del fragor de la batalla porque, ante todo, el guerrero no quería morir. Siempre había dicho que defendería a su pueblo, a su reino hasta que no pudiera sostenerse en pie, pero una vez había llegado el momento, había sido un cobarde que había preferido conservar su vida en lugar de entregarla por el resto. Había huido y se había adentrado en aquel bosque, buscando escapar, buscando refugio, a pesar de que aquel lugar era oscuro y sombrío y todo en él le decía a KyuBin que debía alejarse de allí y no seguir adentrándose en él. Por aquella zona siempre habían circulado leyendas sobre el bosque, leyendas sobre criaturas y seres míticos, como los elfos que, según éstas, vivían allí, en el centro del bosque, escondidos de los humanos y asesinando cruelmente a todo aquel que se atrevía a aventurarse en el bosque, ya que, nadie que entraba, volvía a salir. KyuBin tenía miedo de adentrarse allí… pero tenía mucho más miedo de la muerte segura a la que se enfrentaba quedándose. Con pesar en su corazón, con su cuerpo dolorido y sus heridas dejando un reguero de sangre por el bosque, KyuBin no tenía más opción que seguir adelante. No supo cuánto tiempo anduvo ni cuánto se adentró en aquel bosque, pero el guerrero sabía que, tarde o temprano se encontraría con problemas… y así fue.

 

Muerto de cansancio, KyuBin se había dejado caer sobre un tronco caído, sentándose allí para recuperar el aliento y para ver cómo de graves eran sus heridas, cuando escuchó el ruido provocado por una pequeña rama al partirse y el sonido de tensar la cuerda de un arco. KyuBin se quedó completamente quieto, casi conteniendo su respiración. Lo habían debido de seguir usando el rastro de su sangre que no se había molestado en cubrir porque jamás habría pensado que alguien lo fuera a seguir allí. KyuBin cerró sus ojos y simplemente esperó por su muerte, aquella muerte que tanto temía y de la que había tratado de huir. No obstante, en el silencio sepulcral de aquel lugar, el guerrero no llegó a escuchar el disparo de la flecha, sino una voz.

 

—¿Quién eres? —le preguntó la voz—. ¿Qué haces aquí?

 

            La voz que le habló no parecía conocerlo y no parecía haber ido allí persiguiéndolo, por lo que, el guerrero decidió contestar con un poco de sinceridad, aunque adornando su verdad, por si podía apelar a su bondad, por poca que tuviera.

 

            —Shin KyuBin —respondió—. He entrado al bosque buscando refugio porque hay una batalla en las lindes meridionales —y añadió—: estoy cansado, confuso, herido, solo buscaba alejarme lo máximo posible del lugar, ni siquiera era consciente de lo mucho que me he debido de adentrar.

 

Quien le había hablado no contestó y, en el silencio del bosque, KyuBin no escuchó nada más, aunque se concentró en ello. Pasados unos momentos, abrió sus ojos, encontrándose a unos metros de distancia la figura de una persona, un chico joven, vestido con ropas de cuero, el pelo largo y rubio hasta la cintura y portando un arco con el que apuntaba a KyuBin. Éste no lo había oído llegar tan cerca. No lo había escuchado moverse por el bosque como había escuchado antes la rama partirse y el arco ser tensado. No había hecho ni un solo ruido y aquello era imposible, completamente imposible… al menos, imposible para un humano, pero quién se encontraba ante él no era un humano. KyuBin no había reparado en las orejas puntiagudas que se apreciaban a través de su pelo rubio. Un elfo. Aquello no podía ser verdad. Los elfos no existían. No podía tener ante él a una criatura mítica.

 

—Pareces sorprendido —le dijo el elfo con un tono de voz calmado.

—No esperaba que las leyendas que circulaban por estas tierras sobre el bosque y sus habitantes fueran ciertas —replicó, todavía demasiado sorprendido, pero sabiendo ahora que la explicación a las desapariciones en aquel lugar era real, tan real como el elfo que se encontraba ante él—. Siento haberme adentrado en vuestros dominios —murmuró, inclinando su cabeza levemente a modo de disculpa—. Puedes terminar lo que otros han comenzado y matarme para que no desvele vuestra situación.

—No voy a matarte —replicó el elfo, bajando su arco—. Ahora mismo no eres una amenaza y quizás nos seas útil —continuó, acercándose a KyuBin, su hermoso rostro haciéndose visible con la cercanía a pesar de que la luz que se filtraba por entre las ramas de los árboles era cada vez más escasa, provocando que KyuBin contuviera su respiración porque era demasiado precioso—. Hace tiempo que el mundo de los humanos está sumido en el caos y cada vez se acercan más y más a nuestro hogar, no podemos permitir que nos rodeen.

 

KyuBin quiso decir algo en respuesta a aquello, pero no supo el qué. El elfo había terminado de acercarse a él y su belleza era completamente deslumbrante, dejando a KyuBin extasiado, su mente en blanco. El elfo alzó la mano para tocar el borde de una de sus heridas, la que se encontraba en su pecho, provocando que KyuBin se encogiera levemente por el dolor y por la corriente que sintió cuando éste lo tocó.

 

—Algunas de tus heridas parecen profundas —comentó el elfo y KyuBin casi distinguió un tono preocupado en su voz, aunque desechó inmediatamente aquella idea de su mente porque era completamente imposible—. Ven conmigo —le dijo—. Curaré tus heridas y dejaré que descanses antes de presentarte a nuestro monarca.

 

KyuBin titubeó, no sabiendo si seguir o no a aquel elfo porque no estaba muy seguro de que conocer al rey de los elfos fuera algo no peligroso para él, pero al final accedió a ello y se levantó del tronco del árbol caído en el que había estado sentado, siguiendo al elfo a través de la espesura del bosque. No tenía a dónde ir, de todas formas, y probablemente moriría eligiera la opción que eligiera, al menos, de aquella forma podría morir viendo el hermoso rostro de aquel elfo.

 

 

 

 

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