Título: 기도 (pray)
Autora:
Riz Aino
Pareja:
WookRie (Rie + Nine) (OnlyOneOf)
Clasificación:
NC–17
Géneros:
AU, vampire, drama, action, smut, pwp
Número de palabras:
1.285 palabras
Resumen:
SungHo tiene la misión de acabar con las criaturas demoniacas que viven sobre
la faz de la tierra y amenazan a los humanos… y, entre ellas, a WookJin…
Advertencias:
suceden cosas profanas de forma bastante explícita en una iglesia, si eso hiere
vuestra sensibilidad, no paséis de aquí.
Notas: la historia
se corresponde con el “day 13: pray” del OOOctober.
Comentario de autora:
tenía muchísimas ganas de escribir algo como esto y no me podía aguantar.
Espero que os guste.
기도 (pray)
—SungHo… —su nombre dicho por aquella voz
sensual, contra su oreja, le puso el vello de punta—. Sabes que no quieres
matarme.
—No quiero… —dijo en respuesta, inspirando
profundamente, tratando de calmarse—, pero debo…
SungHo se giró sobre sí mismo, dio
varios pasos hacia atrás y se alejó del cuerpo del otro, del influjo de su
sensual voz en su oído, poniendo unos metros de distancia entre ambos. Ante él,
con una sonrisa pícara en la que se podían apreciar perfectamente los
prominentes colmillos del vampiro, se encontraba WookJin, un mal que se cernía
sobre la humanidad, una criatura demoníaca que él, como sacerdote entrenado
para ello, debía de eliminar. Aquella era su misión. Acabar con las criaturas
demoniacas que vivían sobre la faz de la tierra y amenazaban a los humanos. No
obstante, a pesar de que habían sido muchos los vampiros que habían caído en
sus garras desde que había comenzado a cazar, no podía hacer nada contra
WookJin. SungHo odiaba aquella debilidad, la debilidad de su carne, manifiesta
cada vez que el vampiro lo buscaba, lo tentaba, lo provocaba y lo arrastraba
con él al infierno. Odiaba no poder hacer nada en su contra a pesar de que era
lo que debía de hacer. WookJin era una mancha en su impecable trabajo en la
lucha contra las sombras, una mancha que debía de ser borrada antes de que
siguiera extendiéndose.
SungHo sacó su pistola de entre sus
ropajes, una bala de plata en su cañón, un par más que llevaba escondidas,
sujetas a su pierna derecha, por si las cosas se ponían feas y las necesitaba.
Era mucho mejor en la lucha cuerpo a cuerpo, era rápido, era hábil, pero sabía
que, si dejaba que WookJin se acercara a su cuerpo de nuevo, si dejaba que éste
lo siguiera provocando, nunca sería capaz de cumplir con la tarea que se le
había encomendado: acabar con él de una vez por todas.
—Parece que hoy no tienes muchas
ganas de jugar —murmuró WookJin, su sonrisa pícara abandonando su rostro—.
Lástima, porque yo sí que tenía muchas ganas de comerte entero.
SungHo apretó sus dientes y apuntó
directamente al corazón de WookJin, disparando antes de que el vampiro se lo
esperase. No obstante, a pesar de que éste no se había esperado el disparo, se
movió rápido, esquivó la bala, que acabó estrellándose contra uno de los
pilares de piedra de la iglesia, provocando un arañazo en éste. SungHo llevó su
mano hacia su daga, en su cinturón, sabiendo que WookJin se acercaría a él y la
sacó, justo en el momento en el que el vampiro aparecía a su lado, después de
haber esquivado la bala, rápido como el rayo. SungHo blandió su arma y le hizo
un pequeño corte en la mejilla, rasgando aquella piel blanca y dura como el
alabastro, provocando que una expresión de sorpresa apareciera en el rostro del
vampiro durante un segundo, solo durante un segundo, porque al instante, la
sonrisa pícara apareció en su rostro y sus ojos se tornaron rojos, brillando
salvajemente.
SungHo trató de alejarse de nuevo de
él, pero su espalda dio contra el altar de la iglesia y, antes de que pudiera
moverse, WookJin ya se encontraba ante él, acorralándolo contra la mesa del
altar. SungHo volvió a alzar su daga para intentar alcanzarlo de nuevo; sin
embargo, su mano izquierda fue detenida por la mano derecha de WookJin antes de
que pudiera hacer nada y aplicó la suficiente presión en su muñeca para que acabara
soltando el arma, esta cayendo al suelo y resonando en la iglesia. SungHo trató
de alcanzar algún arma más con su mano derecha, a pesar de que no manejaba ésta
cómo su mano dominante, pero el cuerpo de WookJin se pegó mucho más a él,
metiéndose entre sus piernas, inclinándose hacia delante, hasta que sus bocas
estuvieron a tan solo unos pocos centímetros de distancia. SungHo pudo sentir
su respiración contra sus labios, aquel leve cosquilleo rozándolos, a pesar de
que, WookJin, como vampiro, no necesitaba respirar, aquello lo hacía
simplemente para volverlo loco.
—No…
SungHo quiso decir más. Quiso decir
que no se acercara más, que no lo besara, que no hiciera nada, que se alejara
por donde había venido y que no volviera a aparecer ante él. No obstante, no
pudo decir nada. No pudo decir nada porque los labios de WookJin se estrellaron
contra los suyos y su lengua se introdujo inmediatamente en su boca,
aprovechando que SungHo la había abierto para hablar. El sacerdote trató de
resistirse, trató de alejarse, forcejeó un poco, pero la lengua de WookJin y
sus brazos fuertes lo mantuvieron en su sitio y, al final, acabo abandonándose
al beso, bebiendo de él, sintiéndose excitado inmediatamente. Odiaba que
WookJin fuera su debilidad. Su única debilidad. Y que cuando lo tocara no
pudiera evitar entregarse a él. Casi sin darse cuenta, acabó abriendo más sus
piernas para que WookJin pudiera pegarse aún más a su cuerpo y se subió al
altar. SungHo sintió la sonrisa del vampiro contra sus labios y supo, antes de que
moviera su mano y la metiera entre sus cuerpos, lo que iba a hacer, por lo que
se separó rápidamente de sus labios para hablar.
—No… —jadeó—, aquí no… no mancillemos la casa
del señor.
Pero WookJin simplemente le dedicó una de sus
sonrisas pícaras, sus colmillos asomando por sus labios, antes de meterle la
mano por dentro de la ropa y tocar su miembro. SungHo reprimió un gemido que
ascendió por su garganta a duras penas, mordiéndose el labio inferior, pero no
pudo evitar echar su cabeza hacia atrás, sintiendo cómo todas sus terminaciones
nerviosas se morían de placer. La mano fría, helada, de WookJin, contra su
piel, caliente, candente, era un contraste demasiado increíble y cómo se
cernían sus largos dedos alrededor de su miembro, moviendo su mano arriba y
abajo una y otra vez, era demasiado para que SungHo lo pudiera suportar.
WookJin ni siquiera tuvo que tocarlo durante mucho tiempo, a los pocos minutos,
SungHo se acabó corriendo en su mano, derritiéndose de placer, sintiendo como
todas las fuerzas abandonaban su cuerpo, apretándose contra el cuerpo del
vampiro para que éste soportara su peso mientras se recuperaba.
—No sabes lo mucho que tengo que contenerme
cada vez que te toco para no morderte… —murmuró WookJin contra su oreja,
sensual, como siempre—, algún día no podré contenerme más y te haré
definitivamente mío…
El cuerpo de SungHo se tensó inmediatamente y
WookJin se separó de él porque el sacerdote ya había sacado otra de sus armas,
un cuchillo de plata, pequeño, pero peligroso. No obstante, antes de que
pudiera blandirlo en su contra, WookJin echó a correr y desapareció, dejando a
SungHo todavía subido a la mesa del altar, con los labios rojos e hinchados, la
ropa desarreglada y una mancha de su semen en sus ropas. En la siguiente
ocasión se aseguraría de acabar con él, rezaría incluso por ello, pero esa
noche, lo dejaría ir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario