viernes, 29 de octubre de 2021

[One Shot] OOOctober: Legends are only legends… (or maybe not) {RieMill}

Título: Legends are only legends… (or maybe not)

Autora: Riz Aino

Pareja: RieMill (Rie + Mill) (OnlyOneOf)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, fantasy, drama

Número de palabras: 1.344 palabras

Resumen: una de las muchas leyendas de aquel lugar contaba que alguien enviado por los dioses salvaría a la humanidad de su absoluta destrucción.

Notas: la historia se corresponde con el “day 29: legend” del OOOctober.

Comentario de autora:  cambié el plot de esta historia al menos cuatro veces mientras iba escribiendo las demás y cuando por fin la tuve que empezar a escribir, acabé pensando en que hacer una amalgama de todas las ideas que había tenido era lo mejor. Espero que os guste.

 

Legends are

only legends…

(or maybe not)

 

YongSoo no podía evitar mirar por la ventana de su habitación y sentir una terrible angustia por lo que veía en el exterior. Fuera, prevalecía el caos. Las criaturas de la noche tomaban las calles, asaltaban y mataban a todo aquel incauto que salía una vez se escondía el sol. Tenían vía libre. Nadie les podía hacer frente. Las puertas del infierno habían sido abiertas y no había forma de que fueran cerradas, dejando que todo aquel caos ocupara las calles e incluso las viviendas que no estaban debidamente salvaguardadas. YongSoo pasaba las noches en vela, vigilante, sintiendo que en cualquier momento algún monstruo podía entrar a casa y matarlo sin que él pudiera hacer absolutamente nada por evitarlo. Una vez aquel caos había sido desatado, ya nadie podría hacer nada por arreglarlo, las puertas del infierno, una vez abiertas, ya no se podían cerrar. Había leyendas, muchas leyendas sobre aquello en el lugar, leyendas sobre lo que pasaría si las puertas se llegaban a abrir y había también una leyenda que contaba que alguien enviado por los dioses salvaría a la humanidad de su absoluta destrucción… pero YongSoo no creía que aquellas leyendas sobre un salvador fueran reales. Una vez las puertas del infierno se habían abierto ya no había nada más que hacer, solo esperar la muerte. Las noches eran largas, demasiado largas, pero cuando finalmente el sol comenzaba a aparecer en el horizonte, los monstruos se iban. Todas aquellas criaturas que sembraban el caos volvían a la oscuridad del infierno y les daban un respiro. Un breve respiro porque a la siguiente noche volvían a poblar sus calles.

 

            Una vez el sol finalmente apareció y las criaturas de la noche se fueron, YongSoo se alejó de la ventana y se dispuso a dormir, descansar un poco porque ese día debía ver si las salvaguardas que había puesto seguían funcionando correctamente o no, pero antes de que se pudiera meter en la cama, el timbre de su puerta sonó. El chico se extrañó porque no solía recibir muchas visitas, no las había recibido antes, ahora era prácticamente un milagro que las recibiera, aun así, salió para abrir, por si era algún vecino del bloque que necesitara ayuda. YongSoo abrió la puerta, encontrándose al hacerlo con otro chico ante él, de pelo oscuro y ojos negros, más o menos de su altura. YongSoo nunca antes lo había visto, pero éste le dedicó una sonrisa y sintió como si lo conociera de toda la vida.

 

            —Eres YongSoo, ¿verdad? —le preguntó el chico y él asintió—. Me alegra haberte encontrado, llevo mucho tiempo buscándote… te escondieron bien.

            —¿Cómo? —preguntó, extrañado, sin entender a qué se refería el otro.

 

            El chico lo miró fijamente durante unos segundos, como si estuviera intentando ver si de verdad no tenía ni idea de lo que le estaba hablando o solo estaba haciendo como que no lo sabía. YongSoo realmente no sabía qué era lo que le había querido decir con aquello y supuso que el chico también se dio cuenta de que su pregunta había sido genuina. Miró a un lado y a otro del pasillo de la comunidad del edificio y después se acercó un poco a YongSoo para decirle en apenas un susurro:

 

            —No creo que sea una conversación para mantener en la puerta.

 

            Y YongSoo no lo conocía, pero sentía que lo hacía, así que, a pesar de que jamás habría dejado entrar a nadie en casa que no fuera conocido, menos en aquella situación en la que se encontraba el mundo, le dejó espacio para que entrase y cerró la puerta tras él, indicándole que podía sentarse en el sofá cuando llegaron al salón. El chico se sentó y YongSoo también lo hizo, no a su lado, en la otra esquina del sofá, mirándolo, esperando a que volviera a hablar. El chico observó el lugar durante unos momentos y después se giró hacia él, dedicándole otra sonrisa que calmó el inquieto corazón de YongSoo.

 

            —Probablemente no me creerás —comenzó—. Lo más normal es que no me creas y estás en todo tu derecho de no hacerlo, pero llevo mucho tiempo buscándote porque el mundo te necesita —YongSoo frunció su ceño, aún más confuso—. Eres el elegido para cerrar la puerta del infierno, el enviado de los dioses para salvar a la humanidad de su destrucción.

 

Al escucharlo decir aquello, YongSoo no pudo hacer otra cosa más que reírse. Se rio a carcajadas, como llevaba tiempo sin hacer, porque aquello no era más que una tontería. Él tenía algunos poderes místicos, como otros muchos en el mundo, y había sido el encargado de poner las salvaguardas en su bloque y prácticamente en los de toda la manzana para tratar que las criaturas salidas del infierno no entraran en las casas, pero de ahí a decir que era él el elegido para cerrar la puerta, era un paso bastante grande.

 

—Perdona, pero creo que te equivocas de persona —le dijo al otro chico cuando la risa remitió un poco, pero éste lo miró seriamente.

—Jamás me equivocaría —le espetó—. Me he pasado meses buscándote, soy un emisario de los dioses y te he encontrado gracias al poder que emanan tus salvaguardas —añadió—. Cuando los dioses te enviaron aquí te escondieron con una pareja para que se hiciera cargo de ti, pero cuando fui a buscarte, ya no os encontrabais allí, a pesar de que se suponía que debían de notificar cada cambio de residencia…

—Lo siento, de verdad —dijo YongSoo, cortándolo—. Pero creo que te has equivocado de persona. Yo no puedo ser ningún elegido, solo soy un chico normal y corriente con algo de poder místico que lo único que quiere es poder sobrevivir a este caos.

 

Las leyendas no existían, solo eran historias contadas de generación en generación, y aquella en concreto era solo una respuesta a la profecía sobre la apertura de la puerta del infierno, para dar esperanzas a la gente y que creyeran que no estaba todo perdido. No era real y, sobre todo, él no era ningún elegido. Simplemente era adoptado y sus padres adoptivos se habían movido de un lado a otro del país por el trabajo. No habían sido malos con él, pero YongSoo se había ido de su casa cuando había podido y había comenzado a vivir de los trabajos que hacía gracias a sus poderes místicos.

 

—Sé que es difícil de creer —le dijo el chico—, pero también sé que al final no tendrás más remedio que creerme —se levantó del sofá y le dedicó una última sonrisa, esta vez cargada de tristeza—. Cuando te decidas a creerme, piensa en mí, di mi nombre, Rie, en voz alta y apareceré ante ti… espero que no sea demasiado tarde.

 

Y, tras decir aquello, el chico se esfumó de su salón, desapareciendo por completo, dejando a YongSoo atónito, tanto por lo que le había dicho como por su desaparición. Su mente iba a toda velocidad, sin poder dejar de pensar en lo que acababa de pasar, intentando buscarle un sentido, sin hallarlo. Lo único que podía hacer para salir de dudas era hablar con sus padres adoptivos y esperaba que ellos le confirmaran que lo que Rie le había contado no era verdad… porque las leyendas solo eran eso, leyendas.

 

 

 

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