Título: Enchanted
Autora:
Riz Aino
Pareja:
KyuJung (KB + YooJung) (OnlyOneOf)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, fantasy, drama, romance
Número de palabras:
1.535 palabras
Resumen:
una maldición fue impuesta sobre el príncipe heredero y éste deberá encontrar
al hechicero más poderoso del reino para que la rompa.
Notas: la historia
se corresponde con el “day 14: enchanted” del OOOctober.
Comentario de autora:
al principio pensé en hacer esta historia en el pasado, con mucha pompa y cosas
antiguas, pero mientras más vueltas le daba, más me gustó la idea de hacerlo en
un mundo moderno y actual. Espero que os guste.
Enchanted
KyuBin había buscado y buscado hasta
la saciedad. Había viajado hasta lugares de lo más recónditos y había entrado
en sitios en los que jamás alguien como él debería de haber entrado. Habían
sido meses de búsqueda, meses en los que no había dejado de recorrer el reino
sin descanso, siguiendo adelante a pesar de todas las dificultades, a pesar de
todas las negativas, a pesar de que nada había salido como debía desde el
primer momento. No había cejado en su empeño porque no podía hacerlo. No podía
seguir viviendo de aquella manera, la maldición que le habían echado años
atrás, en su nacimiento, volviéndose cada momento que pasaba más y más
poderosa, incapacitándolo para gobernar. Porque KyuBin era el heredero al
trono, el único heredero al trono del reino de Corea, y no podía estar
hechizado, no podía estar bajo ningún embrujo, menos, un embrujo como aquel,
que lo convertía en un lobo cada vez que caía la noche, un lobo que no
reconocía nada ni a nadie, y que simplemente buscaba sangre. Toda su vida había
estado encerrado por las noches, sin que nadie pudiera hacer nada por él,
ninguno de los hechiceros que los reyes habían llevado hasta él habían podido
revertir la maldición, pero aquello debía de cambiar rápidamente, porque KyuBin
finalmente había encontrado al mago más poderoso del reino.
La tarde casi comenzaba a dar paso a
la noche cuando finalmente, después de dar veinte vueltas por aquella calle,
KyuBin encontró el pequeño signo que había estado buscando y que señalaba la
casa de aquel hechicero. No la había visto en toda la tarde y, después de todas
las triquiñuelas que había presenciado durante todo su viaje, KyuBin imaginaba
que aquel hechicero no querría que lo encontraran si él no quería ser
encontrado. De hecho, hacía semanas que le habían dado su nombre y la zona en
la que solía encontrarse, pero KyuBin no había sido capaz de dar con el hasta
aquel instante. Por un segundo, viendo la hora que era y cómo el crepúsculo
comenzaría a dar paso a la noche más oscura y, con ello, al comienzo de su
maldición, el príncipe heredero pensó en volver al hotel, encerrarse en la
habitación y no salir hasta la mañana siguiente… pero finalmente desechó esa
idea porque quizás, cuando él fuera allí otra vez al día siguiente, ya no lo
encontraría. Era un riesgo, pero siempre podía hacer una visita rápida y luego
correr hacia el hotel, que no estaba especialmente lejos de aquel lugar.
KyuBin inspiró hondo y llamó a la
puerta con sus nudillos, esperando una respuesta al otro lado que no se dio en
varios minutos. El sonido de pasos fue lo que lo alertó de que la puerta iba a
ser abierta pronto y el príncipe se preparó para lo que fuera que se
encontrase… no obstante, a pesar de que se había preparado, lo que no se
esperaba era que un joven precioso, con el pelo por los hombros, sedoso, en
calzoncillos y con una camisa demasiado grande como para ser suya,
resbalándosele por los hombros, le abriera la puerta y lo mirara de arriba
abajo, con interés.
—¿Qué se te ofrece, encanto? —le
preguntó.
—Busco al… hechicero TaeYeob…
—respondió, tragando saliva, la boca se le había quedado repentinamente seca.
—Lo tienes delante —respondió,
señalándose a sí mismo—. ¿Vienes por una poción amorosa? —preguntó, pero antes
de que KyuBin pudiera responder, el otro se acercó a él, observándolo fijamente—.
No, no lo creo… eres demasiado guapo como para estar buscando una poción como
esa… es algo más… te rodea una magia antigua y peligrosa…
—Un hechizo, una maldición —comentó
KyuBin.
Sin embargo, antes de que pudiera
añadir más, sintió cómo su piel empezaba a arder. El inicio de la
transformación estaba cerca. Miró a su espalda y se dio cuenta de que el sol ya
no era visible en el horizonte y solo las luces de la calle iluminaban el
lugar. No. se le había hecho demasiado tarde. Tenía que salir de allí
corriendo, antes de transformarse, huir a un lugar en el que no le pudiera
hacer daño a nadie. Y KyuBin ya había comenzado a darse la vuelta para echar a
correr, cuando sintió la mano del hechicero tirando de él, de su ropa, para
acercarlo a él, a su cuerpo, hasta que sus labios chocaron. En el mismo
instante en el que sus bocas se encontraron, KyuBin sintió una especia de
corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo y, justo después, lo envolvió la
oscuridad.
~
Cuando KyuBin abrió sus ojos de
nuevo, la luz invadía el lugar en el que se encontraba y tuvo que entrecerrar
sus ojos para tratar de acostumbrarse a aquella luz. Parpadeó varias veces
también y, poco a poco, la luz dejó de molestarlo en los ojos y KyuBin pudo
mirar a su alrededor, dándose cuenta de que no se encontraba en la habitación
del hotel en el que estaba quedándose en aquella ciudad, sino en un dormitorio
extraño, lleno de estanterías con libros de aspecto antiguo y con un amplio
ventanal por el cual entraba demasiada luz. El príncipe tardó unos momentos en
ubicarse, pero cuando lo hizo, sintió que los colores se le subían a la cara.
Había ido a la casa del hechicero que todo el mundo le había contado era el
mejor del reino y lo que éste había hecho nada más abrirle la puerta, había sido
besarlo. KyuBin se rozó los labios con sus dedos ante el recuerdo, pero al
instante, apartó su mano de su rostro, sorprendido. Frente a él, se encontraba
TaeYeob, el hechicero, observándolo con una sonrisa divertida en su rostro.
—He de decir que no fue el mejor
beso que he dado —comentó éste, caminando hacia KyuBin—, pero creo que al menos
ha surtido un poco de efecto —KyuBin lo observó, confuso, sin entender nada de
lo que había dicho—. Me has llenado la cama de babas y de pelos, pero al menos
no has intentado matarme, así que, supongo que no va mal el contra hechizo.
KyuBin miró a su alrededor y se dio
cuenta de que la habitación no tenía ni un solo signo de que él hubiera estado
allí encerrado, rompiendo cosas y, ni él, ni el hechicero tenían rasguños, por
lo cual, la transformación de aquella noche debía de haber sido bastante
pacífica. KyuBin no recordaba nada después del beso, pero nunca había recordado
sus transformaciones, solo sabía lo que era y lo que hacía porque en el palacio
habían instalado camas de seguridad en la habitación para controlar que por las
noches no pudiera salir de allí. Muchas veces se rendía al ver que no podía
escapar, pero en otras ocasiones parecía completamente enloquecido por matar y
lo destrozaba todo. En su viaje había habido noches en las que había arrasado
con todo y sus guardaespaldas habían tenido que callar a los dueños de los
distintos hoteles pagando grandes sumas de dinero… al menos, lo único que
jugaba en su favor era que nadie fuera del palacio conocía su rostro.
—¿El beso fue el contra hechizo? —no
pudo evitar preguntar, haciendo que el hechicero le dedicara una sonrisa
pícara.
—¿No te gustan mis métodos? —le
cuestionó, acercándose a él, tan cerca que KyuBin solo tendría que alzar un
poco su cabeza para que sus labios se encontrasen de nuevo—. La maldición que
llevas encima es una magia muy antigua, si quieres que te ayude con ella,
necesito que te quedes aquí durante un tiempo para tratar de averiguar la forma
definitiva de revertirla —le dijo—, por el momento, lo único que puedo hacer
por ti es mitigar sus efectos o incluso detenerla temporalmente si estás
dispuesto a compartir conmigo más que unos cuantos besos —TaeYeob se inclinó
más hacia él, para poder hablarle al oído, sus labios rozando su oreja—. Deben
de haberte contado que mi magia es especial y que no estoy dispuesto a
compartirla con mucha gente, pero contigo no me importaría hacerlo todas las
veces que fuera necesario.
KyuBin tragó saliva, su boca se le
había quedado completamente seca. Quería contestarle, quería decirle algo,
corroborarle que le habían contado que era distinto, poderoso, prácticamente
inalcanzable, pero no pudo hacerlo porque la alegría por saber que podría haber
un modo de acabar con su maldición, la excitación por la forma en la que ésta
podía ser revertida y los labios de TaeYeob contra los suyos no le dejaron… y
KyuBin tampoco se molestó en intentarlo demasiado, entregándose al beso del
hechicero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario