jueves, 14 de octubre de 2021

[One Shot] OOOctober: Enchanted {KyuJung}

Título: Enchanted

Autora: Riz Aino

Pareja: KyuJung (KB + YooJung) (OnlyOneOf)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, fantasy, drama, romance

Número de palabras: 1.535 palabras

Resumen: una maldición fue impuesta sobre el príncipe heredero y éste deberá encontrar al hechicero más poderoso del reino para que la rompa.

Notas: la historia se corresponde con el “day 14: enchanted” del OOOctober.

Comentario de autora: al principio pensé en hacer esta historia en el pasado, con mucha pompa y cosas antiguas, pero mientras más vueltas le daba, más me gustó la idea de hacerlo en un mundo moderno y actual. Espero que os guste.

 

Enchanted

 

            KyuBin había buscado y buscado hasta la saciedad. Había viajado hasta lugares de lo más recónditos y había entrado en sitios en los que jamás alguien como él debería de haber entrado. Habían sido meses de búsqueda, meses en los que no había dejado de recorrer el reino sin descanso, siguiendo adelante a pesar de todas las dificultades, a pesar de todas las negativas, a pesar de que nada había salido como debía desde el primer momento. No había cejado en su empeño porque no podía hacerlo. No podía seguir viviendo de aquella manera, la maldición que le habían echado años atrás, en su nacimiento, volviéndose cada momento que pasaba más y más poderosa, incapacitándolo para gobernar. Porque KyuBin era el heredero al trono, el único heredero al trono del reino de Corea, y no podía estar hechizado, no podía estar bajo ningún embrujo, menos, un embrujo como aquel, que lo convertía en un lobo cada vez que caía la noche, un lobo que no reconocía nada ni a nadie, y que simplemente buscaba sangre. Toda su vida había estado encerrado por las noches, sin que nadie pudiera hacer nada por él, ninguno de los hechiceros que los reyes habían llevado hasta él habían podido revertir la maldición, pero aquello debía de cambiar rápidamente, porque KyuBin finalmente había encontrado al mago más poderoso del reino.

 

            La tarde casi comenzaba a dar paso a la noche cuando finalmente, después de dar veinte vueltas por aquella calle, KyuBin encontró el pequeño signo que había estado buscando y que señalaba la casa de aquel hechicero. No la había visto en toda la tarde y, después de todas las triquiñuelas que había presenciado durante todo su viaje, KyuBin imaginaba que aquel hechicero no querría que lo encontraran si él no quería ser encontrado. De hecho, hacía semanas que le habían dado su nombre y la zona en la que solía encontrarse, pero KyuBin no había sido capaz de dar con el hasta aquel instante. Por un segundo, viendo la hora que era y cómo el crepúsculo comenzaría a dar paso a la noche más oscura y, con ello, al comienzo de su maldición, el príncipe heredero pensó en volver al hotel, encerrarse en la habitación y no salir hasta la mañana siguiente… pero finalmente desechó esa idea porque quizás, cuando él fuera allí otra vez al día siguiente, ya no lo encontraría. Era un riesgo, pero siempre podía hacer una visita rápida y luego correr hacia el hotel, que no estaba especialmente lejos de aquel lugar.

 

            KyuBin inspiró hondo y llamó a la puerta con sus nudillos, esperando una respuesta al otro lado que no se dio en varios minutos. El sonido de pasos fue lo que lo alertó de que la puerta iba a ser abierta pronto y el príncipe se preparó para lo que fuera que se encontrase… no obstante, a pesar de que se había preparado, lo que no se esperaba era que un joven precioso, con el pelo por los hombros, sedoso, en calzoncillos y con una camisa demasiado grande como para ser suya, resbalándosele por los hombros, le abriera la puerta y lo mirara de arriba abajo, con interés.

 

            —¿Qué se te ofrece, encanto? —le preguntó.

            —Busco al… hechicero TaeYeob… —respondió, tragando saliva, la boca se le había quedado repentinamente seca.

          —Lo tienes delante —respondió, señalándose a sí mismo—. ¿Vienes por una poción amorosa? —preguntó, pero antes de que KyuBin pudiera responder, el otro se acercó a él, observándolo fijamente—. No, no lo creo… eres demasiado guapo como para estar buscando una poción como esa… es algo más… te rodea una magia antigua y peligrosa…

            —Un hechizo, una maldición —comentó KyuBin.

 

            Sin embargo, antes de que pudiera añadir más, sintió cómo su piel empezaba a arder. El inicio de la transformación estaba cerca. Miró a su espalda y se dio cuenta de que el sol ya no era visible en el horizonte y solo las luces de la calle iluminaban el lugar. No. se le había hecho demasiado tarde. Tenía que salir de allí corriendo, antes de transformarse, huir a un lugar en el que no le pudiera hacer daño a nadie. Y KyuBin ya había comenzado a darse la vuelta para echar a correr, cuando sintió la mano del hechicero tirando de él, de su ropa, para acercarlo a él, a su cuerpo, hasta que sus labios chocaron. En el mismo instante en el que sus bocas se encontraron, KyuBin sintió una especia de corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo y, justo después, lo envolvió la oscuridad.

 

~

 

            Cuando KyuBin abrió sus ojos de nuevo, la luz invadía el lugar en el que se encontraba y tuvo que entrecerrar sus ojos para tratar de acostumbrarse a aquella luz. Parpadeó varias veces también y, poco a poco, la luz dejó de molestarlo en los ojos y KyuBin pudo mirar a su alrededor, dándose cuenta de que no se encontraba en la habitación del hotel en el que estaba quedándose en aquella ciudad, sino en un dormitorio extraño, lleno de estanterías con libros de aspecto antiguo y con un amplio ventanal por el cual entraba demasiada luz. El príncipe tardó unos momentos en ubicarse, pero cuando lo hizo, sintió que los colores se le subían a la cara. Había ido a la casa del hechicero que todo el mundo le había contado era el mejor del reino y lo que éste había hecho nada más abrirle la puerta, había sido besarlo. KyuBin se rozó los labios con sus dedos ante el recuerdo, pero al instante, apartó su mano de su rostro, sorprendido. Frente a él, se encontraba TaeYeob, el hechicero, observándolo con una sonrisa divertida en su rostro.

 

            —He de decir que no fue el mejor beso que he dado —comentó éste, caminando hacia KyuBin—, pero creo que al menos ha surtido un poco de efecto —KyuBin lo observó, confuso, sin entender nada de lo que había dicho—. Me has llenado la cama de babas y de pelos, pero al menos no has intentado matarme, así que, supongo que no va mal el contra hechizo.

 

            KyuBin miró a su alrededor y se dio cuenta de que la habitación no tenía ni un solo signo de que él hubiera estado allí encerrado, rompiendo cosas y, ni él, ni el hechicero tenían rasguños, por lo cual, la transformación de aquella noche debía de haber sido bastante pacífica. KyuBin no recordaba nada después del beso, pero nunca había recordado sus transformaciones, solo sabía lo que era y lo que hacía porque en el palacio habían instalado camas de seguridad en la habitación para controlar que por las noches no pudiera salir de allí. Muchas veces se rendía al ver que no podía escapar, pero en otras ocasiones parecía completamente enloquecido por matar y lo destrozaba todo. En su viaje había habido noches en las que había arrasado con todo y sus guardaespaldas habían tenido que callar a los dueños de los distintos hoteles pagando grandes sumas de dinero… al menos, lo único que jugaba en su favor era que nadie fuera del palacio conocía su rostro.

 

            —¿El beso fue el contra hechizo? —no pudo evitar preguntar, haciendo que el hechicero le dedicara una sonrisa pícara.

            —¿No te gustan mis métodos? —le cuestionó, acercándose a él, tan cerca que KyuBin solo tendría que alzar un poco su cabeza para que sus labios se encontrasen de nuevo—. La maldición que llevas encima es una magia muy antigua, si quieres que te ayude con ella, necesito que te quedes aquí durante un tiempo para tratar de averiguar la forma definitiva de revertirla —le dijo—, por el momento, lo único que puedo hacer por ti es mitigar sus efectos o incluso detenerla temporalmente si estás dispuesto a compartir conmigo más que unos cuantos besos —TaeYeob se inclinó más hacia él, para poder hablarle al oído, sus labios rozando su oreja—. Deben de haberte contado que mi magia es especial y que no estoy dispuesto a compartirla con mucha gente, pero contigo no me importaría hacerlo todas las veces que fuera necesario.

 

            KyuBin tragó saliva, su boca se le había quedado completamente seca. Quería contestarle, quería decirle algo, corroborarle que le habían contado que era distinto, poderoso, prácticamente inalcanzable, pero no pudo hacerlo porque la alegría por saber que podría haber un modo de acabar con su maldición, la excitación por la forma en la que ésta podía ser revertida y los labios de TaeYeob contra los suyos no le dejaron… y KyuBin tampoco se molestó en intentarlo demasiado, entregándose al beso del hechicero.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario